Nos
permitimos el lujo de juzgarlo todo y últimamente el objetivo de
estos juicios es toda la izquierda política. Viva la demagogia, la
datos constatados y la altura de miras. Una visión muy constructiva.
Esperemos que algún día nos llegue la madurez democrática, aunque
sea difícil, no perdamos la esperanza.
Abramos
los ojos, somos oprimidos, no nos convirtamos en opresores,
haciéndole el juego a los poderosos.
Afortunadamente
esto ya no tiene marcha atrás, es el fin de las instituciones
anacrónicas, de las siglas que no de las ideologías, es el momento
del hombre nuevo, aquel que ya se atisbaba antaño, que busca la
igualdad.
Puede
rayar la utopía, lo sé, pero hay que negarse a seguir participando
de un juego nada igualitario.
Hay
que abrir nuevas posibilidades, aunque estemos acostumbrados a que
nos lo den todo hecho. Hay que construir un camino no andado,
escuchando todo y a todos.
Y
está la educación democrática también, el voto del miedo, las
estructuras rígidas, de las personas de todas las edades, que temen
el cambio.
Tenemos
una sola vida (y ya me voy a poner existencialista) y antes que
llegue la falta de posibilidades, hay que escudriñar todos los
recovecos, que nos permita nuestra mente y nuestras emociones, para
mantenernos en la postura más adecuada y auténtica, alejándonos de
mezquindades y patetismos, lejos de prejuicios y determinismos.
Ya
nos podemos permitir el lujo de ser meros observadores, de
sobrevolar, o de perdernos en la bulla, si queremos, para no
"emborracharnos" de pasiones ni quedarnos atrapados en
trampas viejunas, donde los tantos por ciento y las corrientes que
arrastran, ya, preocupan poco.
Avanzar
es la única opción ideológicamente posible, porque los ciudadanos
que no estamos sujetos a disciplinas inventadas somos libres e
iguales y esa es nuestra mayor fortaleza.
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