En
la Feria de Lebrija, hace ya muchos años, estábamos en casa de la
madre de Juan Peña "El Lebrijano", un cantaor de flamenco,
y su madre, una gitana de Utrera, María “La Perrata” se puso a
cantar, y cantó esta letra de 1920, que en su día cantaba La Niña
de los Peines, una de las voces geniales del flamenco, junto con
Antonio Mairena y el Camarón de la Isla:
"Fui
piedra y perdí mi centro
y
me arrojaron al mar
y
a fuerza de mucho tiempo
mi
centro vine a encontrar"
Hoy
he recordado esta letra, este soneto maravilloso, con el que podemos
reconstruir una vida entera en cuatro frases.
Vivir
es sentir, apasionarnos por lo que descubrimos, sin abandonar esa
esencia, ese eje que nos guía, que no se aprende, que no se enseña,
que vamos asimilando, que es el alimento que da vida a la emoción,
al sentimiento, que, como dice Joan Manuel, aunque aparezca el olvido
solo se lleva la mitad.
Solo
por ese centro inexplicable, por ese eje invisible, es un placer
estar aquí rodando.
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