"Muchas veces se pone el acento de
la Sinfonía, se remarca el climax final de la Oda a la Alegría,
como la parte más importante o la parte más emocionante de la
Sinfonía, evidentemente constituye uno de lo puntos realmente más
impresionantes y más majestuosos, pero si solamente nos fijamos en
ese momento nos perdemos todo el proceso que conduce precisamente a
ese climax emocional, y el propio Beethoven la trabajó de esa
manera, está planteada así.
El
1º movimiento de la Sinfonía comienza con unos neutros intervalos
de quinta, no sabemos que va a suceder, es como el comienzo de la
vida de cualquier persona. De pronto estalla el acorde de re menor,
que viene como para significar algo así como la aparición en al
vida de cualquier ser humano, el primer contacto con el dolor, con lo
trágico, con las zarpazos que, inevitablemente, da la vida.
Después
viene el tema femenino, que cantan los vientos, que es de una enorme
dulzura. Evidentemente en la vida de cualquier persona se dan la mano
estas dos realizadas insoslayables, el dolor, el fracaso, la soledad
incluso la muerte. Y también esos momentos transfigurados de
felicidad, de compartir, de vivir la vida y de descubrir el lado
amable que tiene todo.
Pienso
que el primer movimiento habla de esas dos cuestiones, en la vida de
cualquier persona y la experiencia del dolor y de el gozo.
El
2º movimiento de la Sinfonía es un “scherzo”, es un movimiento,
una música, con un marcadísimo carácter de danza, nos invita a
danza, a bailar, a disfrutar de las cosas buenas de la vida, eso que
los clásicos llamaban la “humanae varietates”, todo aquello que
nos hace la vida más llevadera, más alegre, mas entretenida. El 2º
movimiento habla de todo eso que nos encontramos los hombres y ante
lo que tenemos que tomar partido.
El
3º movimiento de la Sinfonía es el adagio, el movimiento lento, a
mi modo de ver aquí se produce lo más importante que tiene lugar en
esta Sinfonía, la transformación interior. Esta música dilatada,
larguísima, absolutamente espiritual, casi no se puede decir nada,
uno solamente puede dejarse penetrar, atravesar, por esta música
maravillosa, que nos pone en contacto con lo más genuinamente
personal de nosotros mismos. Una música planteada por Beethoven como
una especia de hilo, de arco, dramático, enorme, larguísimo, que
dura todo el movimiento, realmente es muy difícil de interpretar,
conseguir ese hilo que no debe tener fisuras, del principio al fin,
con esas variaciones maravillosas, sobre este tema que es el tema de
la transformación interior.
El
sujeto se pone delante de si mismo, se formula las grandes preguntas,
las preguntas que tienen que ver fundamentalmente con el amor, la
muerte, la trascendencia. En virtud de la respuesta que el sujeto dé
a esa interpelación, a esas preguntas, entonces el sujeto resulta
trasformado y entonces está en disposición de ir vaciándose de si
mismo para poco a poco ir fijándose en los demás, abriéndose con
generosidad a los demás y en concreto a todos los demás, a esas
personas que quizá lo pasan peor que uno mismo.
Solamente
cuando uno ha asimilado, ha hecho suyo, este tercer movimiento, esta
invitación que nos hace Beethoven, y hace que esa invitación
resuene dentro de él y lo transforme, está en disposición de, poco
a poco, ir conduciéndose hacia el 4º movimiento y llegar a cantar
esa explosión final, ese maravilloso canto a la libertad, a la
apertura al otro, al abrazo al otro, al canto a la alegría, a la
alegría hija del Eliseo, ese climax final que nos invita a unirnos
unos a otros en un abrazo que no conozca fin.
Es
un canto a la libertad, es una obra que invita, tal vez de manera más
directa y de forma más automática que ninguna obra musical, a que
todos los hombres nos unamos en un abrazo, en un beso, que llegue al
último rincón de la Tierra, de hay es de dónde viene el nombre del
Proyecto “ A Kiss for all the World”, es la traducción de uno de
los versos de la Oda a la Alegría de Schiller con la que acaba la 9ª
Sinfonía, “abrazaos multitudes, este beso al mundo entero”.
Claro
es impresionante como en el último movimiento irrumpe de una manera
virginal, por primera
vez la voz humana,
precisamente porque la música es insuficiente para transmitir ese
mensaje que él necesita comunicar a esas personas con las que no
puede comunicarse verbalmente, es la gran herramienta contra la
incomunicación.”
Esta es la transcripción del video (pongo en el enlace a continuación) realizado por Iñigo Pírfano (Bilbao, 22 de febrero de 1973) director de orquesta, escritor y conferenciante español. Hijo de Pedro Pírfano Zambrano nacido en la localidad Fuente del Maestre (Badajoz) el 19 de abril de 1929, fue Director del Orfeón Pamplonés entre 1960 / 1967.
Pedro Pírfano estudió solfeo, armonía, contrapunto y fuga en el Real Conservatorio de Música de Madrid. Curso los estudios de composición en el Conservatorio Superior del Liceo de Barcelona. además, realizó la carrera de canto en los Conservatorios de Barcelona (Liceo) y Madrid. Cursó los estudios de dirección de orquesta en la Academia Chigiana de Siena (Italia) y en el Mozarteum de Salzburgo (Austria), con los maestros Celibidache, Scherchen y Von Karajan.
Honrar a los hijos de la tierra debería ser una obligación, hay que tomar nota.
Enlace al video de Youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=7grlCC6_FVI&t=7s
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